jueves, 18 de febrero de 2010

Todo empieza con el Noviazgo - Parte 1

Las razones más frecuentes por las que el matrimonio fracasa son:

I. Elección equivocada.
Muchas cosas podrán mejorar un matrimonio, pero ninguna sustituirá la buena elección. El matrimonio no es un reformatorio. Uno no se casa para corregir al otro. Si alguien abriga la esperanza de que su pareja deje de beber, drogarse o de golpear y agredir por el hecho de que se case, está en un problema muy serio. Por regla general, lo malo tiende a acrecentarse después de la ceremonia.
El secreto para un matrimonio que funciona es la similitud. Cuanto mayor sea la compatibilidad entre dos personas, mayor el grado de satisfacción. En contraposición, cuanto menos puntos en común tengan, más difícil será la convivencia.
De todas las recomendaciones que podemos darle, hay una que es imprescindible: la compatibilidad de carácter. Se refiere a los valores fundamentales de la vida. El libro de Proverbios resalta vez tras vez la importancia de un carácter moral sano. Si usted es íntegro y la otra persona mentirosa y falsa, no habrá comunión duradera. Si usted es proactivo, diligente en su trabajo, pero su pareja perezosa, surgirán dificultades. Si usted cumple su palabra, pero su pareja rompe el pacto cada vez que tenga ganas, eso le romperá el corazón.


II. Casamiento demasiado rápido.
Hay personas que, por querer dejar atrás su soledad, sus fracasos amorosos anteriores, sus conflictos familiares o sus sentimientos de rechazo hacia una ex pareja, arriesgan su futuro.
Muchas personas que viven situaciones actuales que les provocan angustia, miran el matrimonio como un escape eficaz; sin saber que bajo esa perspectiva el casamiento no es un atajo para resolver problemas personales sino que, a poco de comenzado, se convertirá en otro problema.
Emprender un matrimonio por desesperación, es la equivocación más grande de la vida. Es un suicidio en el plano afectivo. A menos que ocurra un milagro, el estar en pareja no agregará valor a su vida, ni le otorgará aceptación social.

III. La inmadurez.
La Biblia guarda silencio acerca de la edad para casarse, así como de la diferencia de años que debe existir entre los esposos. El hecho corriente de que el hombre sea mayor que la mujer parece deberse a un mandato cultural más que a un factor biológico, dado que la longevidad femenina es mayor que la masculina.
Formar una pareja y constituir una nueva familia, no es cuestión de edad sino de madurez.

IV. No conocerse lo suficiente.
Noviazgos a la distancia; visitas esporádicas; decisiones apresuradas. Una combinación explosiva para el fracaso. Estar enamorado no es suficiente. Usted debe conocer bien a la persona con la que desea compartir su futuro. No emplee su noviazgo sólo para preparar los detalles de la boda. Use el tiempo sabiamente. La Biblia nos alerta a no equivocarnos a la hora de elegir la pareja. Dios no quiere que nuestros años se consuman en dolor y sufrimiento. Todo esto se evitará si toma tiempo suficiente para descubrir cómo es la persona con la que piensa casarse. Comprometerse sin haber compartido experiencias de vida juntos, sin haber enfrentado conflictos o situaciones difíciles, sin estar al tanto de los anhelos vocacionales de la pareja y de sus proyectos para el futuro, sin observar cómo se relaciona y cómo reacciona, es una buena fórmula sólo para el desastre.

V. Falta de preparación.
Es más sencillo contraer matrimonio que ser recolector de residuos. Para ser basurero hay que tomar un cursillo de dos semanas, mientras que los enamorados no toman tiempo para aprender lo que implica el matrimonio. Lea algún libro con su pareja. Converse con él o ella acerca del futuro, de qué tipo de matrimonio desean, cómo lidiarán con los problemas, manejarán las finanzas o como buscarán soluciones cuando no logren llegar a un acuerdo. Oren juntos, busquen la dirección de Dios y el consejo de personas maduras. No desperdicien las observaciones de los que ven de cerca la relación: padres y amigos. No se muevan únicamente por la emoción, también usen el sentido común.
Escrito por José Luis y Silvia Cinalli

miércoles, 10 de febrero de 2010

Tu ayer terminó hoy


Para alcanzar el éxito en tu vida, es necesario que te enfoques en el hoy, porque es demasiado tarde para ayer y no se puede depender del mañana. Es por eso que hoy es importante. La mayoría de las veces perdemos de vista esto ¿Por qué?


Porque exageramos demasiado el ayer

Los éxitos y fracasos anteriores muchas veces parecen mayores en retrospectiva de lo que fueron en realidad. Algunas personas nunca pueden superar sus éxitos pasados. Un jugador de fútbol al regresar a su casa miran atrás a sus días de gloria y se definen por esos logros durante las siguientes décadas.
Hay algunas personas cuyas experiencias negativas le dan forma al resto de su vida. Reviven cada rechazo, fracaso y herida recibida, y permiten que esos incidentes los aten en nudos emocionales.
“Tu ayer terminó anoche”. No importa hasta qué punto hayas fracasado en el pasado, terminó y hoy es un nuevo día. Si lo ves a la inversa, no importa qué metas hayas logrado, tienen poco impacto en lo que hagas hoy.

Porque subestimamos el mañana

¿Cuál es tu actitud con respecto al mañana? ¿Qué esperas que traiga? ¿Pensas que las cosas van a mejorar o van a empeorar? La mayoría de las personas espera que los días que tenga por delante sean mejores. Pero, ¿Por qué piensan eso? ¿su expectativa se basa en algo más que una esperanza de que su vida va a mejorar? Seguramente es así, pero para muchas otras no lo es. Solo suponen que mañana será mejor, pero no tienen ninguna estrategia para hacerlo mejor. Esperar en un futuro mejor sin invertir en el hoy es como un agricultor que espera un cultivo sin siquiera plantar una semilla.


Porque subestimamos el hoy

¿Alguna vez le preguntaste a alguien que estaba haciendo y te respondió: “estoy haciendo tiempo”? Una persona podría decir: “Estoy derrochando mi vida” o “Estoy matando el tiempo”
Recuerda esto: Hoy es el día más importante de tu vida. El ayer con sus éxitos, luchas y fracasos, se fue para siempre. El pasado es pasado. Ya terminó, no lo podés revivir, no se puede volver atrás ni cambiar. Aun así, aprende de él y mejora tu hoy, porque tu HOY es el regalo de Dios para vos y es todo lo que tenés. El mañana con todos sus gozos y pena, no llegó todavía. A decir verdad, quizá mañana nunca llegue. Por lo tanto, no te preocupes por el mañana porque Hoy es lo que te ha confiado Dios para que lo hagas.
Si queres hacer algo de tu vida, enfócate en el hoy. Es allí donde se encuentra el éxito de mañana. ¿Cómo se gana el hoy? ¿Cómo se logra que el hoy sea un gran día en vez de uno que se cae a pedazos? Lo que falta es: “El secreto de tu éxito está determinado por el diario hacer” Todo se resume en lo que hay que hacer hoy.

jueves, 4 de febrero de 2010

¿Que andás haciendo con tu vida?




Romanos 8:37 dice "Te he hecho para vencer en todo".

Cuando una persona va a viajar, necesita tener ciertas cosas para poder tener un buen viaje. Para ese viaje, seguramente se necesita de un destino, y además de un destino, un plan bien elaborado para llegar a ese destino. Esa es la única manera de viajar, cualquier otra cosa es un paseo. Sin un destino, uno no está viajando, solamente está paseando, sin un plan tampoco está viajando...sigue paseando.
Los campeones viajan, otros sólo pasean. Los campeones saben lo que quieren lograr en la vida y van tras ello con todas sus fuerzas, otros sólo esperan que algo bueno les pase y que algún día logren llegar a un destino.
Muchas personas viven una vida sin un destino, tan sólo andan paseando por este mundo. Nacen en un hospital, pasean por la vida setenta, ochenta o tal vez noventa años, y después regresan al mismo hospital para morir. Pasearon, se pelearon, se ensuciaron, pero realmente no llegan a ningun lado.
Los campeones son diferentes. Un campeón ubica su destino temprano en la vida, forma un plan para poder llegar a él, y pasa el resto de su vida VIAJANDO rumbo a ese destino.
Su imagen anterior le ayuda a viajar confiadamente, sabiendo que Dios lo ha hecho un campeón y que tiene un gran propósito en la vida. No viaja solo, tiene grandes amigos y se multiplica en la gente que viaja con él. Su pasión por Dios y por dejar huella en su generación, consumen su ser y le llevan a elegir una pareja con esa misma pasión. El campeón ve la obediencia a Dios como un deber, no una opción, lo cual lo mantiene en humildad, reconociendo su necesidad de depender de Él y de otros para poder llegar a su destino.
¡No hagas de tu vida un paseo! ¡Viaja rumbo al destino que Dios tiene para ti!
¡Toma la decisión de ser hoy el CAMPEÓN que Dios te destinó a ser!

Adaptado de un libro de Juan Vereecken

lunes, 1 de febrero de 2010

Confiando en él

Salmos 20:7 dice "Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos confían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios"

A veces es muy fácil desanimarse cuando las cosas no están saliendo como queremos. Tal vez todavía no podés salir de algún problema por el cual venís luchando hace tiempo, o estás enfrentando algún problema en tu salud o en tus relaciones. Pero debes tener cuidado de no poner a Dios en una caja, pensando que sólo porque todavía no ha sucedido aún, no quiere significar que no vaya a suceder. Recordá que servimos a un Dios Sobrenatural. Cuando creemos, todas las cosas son posibles!.

El primer paso para comenzar a armar el camino de confianza en Dios es tratar de dejar de entender todo. No podés estar pensando y viviendo siempre en lo natural, porque debes saber que Dios puede hacer lo que los hombres no lo pueden hacer. Pensá un momento en el pueblo de Israel, cuando ellos salieron de Egipto, el Faraón comenzó a seguirlos para que ellos sigan siendo sus esclavos, y llegaron al Mar Rojo y se encontraron con un callejón sin salida. Ellos no podían ver la salida. Pero eso no significa que no era el camino, que Dios se había confundido de ruta, que se le quedó sin pilas el GPS. Dios simplemente abrió el Mar Rojo y pasaron por tierra seca.

Recuerda esto, si en tu vida ves que no existe la salida o el camino en lo natural (en tus pensamientos), confía en Dios porque el es quien abre el camino. El hará todo lo necesario para dirigir y guiar tu camino a la victoria que el tiene preparada para vos. Solo confía en Él!


Escrito por Coquito.-